El sello de la Logia



El triángulo

El triángulo que enmarca el sello hace referencia, en primer lugar al número mínimo indispensable para abrir los trabajos. El color azul es un color tradicionalmente sagrado y característico del Rito Escocés Rectificado. En segundo lugar, encontramos que el número tres en general y el triángulo en particular, son símbolos reiterados en masonería con infinidad de significados. Dado el carácter cristiano del Rito y Régimen Escocés Rectificado, consideramos a la Santísima Trinidad como un símbolo fundamental en la definición de esta Justa y Perfecta Logia. En la mayoría de los Antiguos Deberes de la Orden, la invocación a la Santísima Trinidad suele encabezar dichos textos.

La cruz potenzada

La cruz roja potenzada recuerda la herencia simbólica y espiritual del Régimen Escocés Rectificado, que mantiene con la Orden del Temple, con la que guarda una filiación espiritual, entendiéndola, no ya como la Orden poderosa en que finalmente se convirtió y propició su ruina, si no con la Orden nacida a partir de los nueve Pobres Caballeros de Cristo como gustaban llamarse sus fundadores. Es la cruz potenzada, tal y como se describe en la segunda Regla de la Orden del Temple del año 1158.

La escuadra y el compás

El símbolo masónico por excelencia es la asociación entre la escuadra y el compás. El Rito Escocés Rectificado no es ajeno a él. Sin embargo, la manera de colocar el compás en relación a la escuadra sí resulta particular de nuestro rito. De este modo, encontramos que el lado izquierdo del compás se encuentra sobrepuesto a la escuadra, mientras que el lado derecho se coloca por debajo de la misma. Esta disposición permanece así en los tres grados de los que se compone la masonería de San Juan del Régimen Escocés Rectificado. La unión de ambos representa la vinculación del intelecto divino con la materialidad terrena.

La corona dagada

La corona con la daga —no una, sino cuatro coronas dispuestas de diversas maneras según la iconografía—, ha sido tradicionalmente el símbolo de un grupo de patronos de la masonería medieval, el grupo de cinco santos denominados “cuatro santos coronados”. El símbolo de las cuatro coronas con la daga en su luz, es en realidad el símbolo de los verdaderos cuatro santos coronados, cuatro oficiales romanos o cornicularii cristianizados, que se negaron a rendirle culto a Esculapio, por lo que recibieron martirio por orden de Dioclesiano. La daga hace referencia al martirio, y la corona al carácter de santidad adquirida por el mismo.

Sin embargo, durante la alta Edad media —siglo VII—, surge entre las guildas de constructores el patronazgo de otros cinco hermanos. Escultores de la villa de Sirmium en la Panonia inferior, hoy Serbia, se les obliga a esculpir la figura de Esculapio. Los cinco hermanos escultores, Claudio, Nicóstrato, Sinforiano, Cástor y Simplicio, se niegan y son martirizados por medio de la inmersión en un río dentro de un catafalco de plomo.

La confusión dada al nombre “cuatro santos coronados” surge porque, según cuenta la tradición, tanto los cuatro cornicularii como los cinco escultores están enterrados en el mismo lugar, la basílica del Monte Celio en Roma.

Es así como en el siglo VIII, no se habían identificado aún claramente ni los nombres ni el martirio de ambos grupos de santos coronados, por lo que la confusión persistirá hasta el siglo XX. De este modo, la masonería tomará como patronos a “cuatro santos coronados”, pero otorgándoles correctamente la leyenda del martirio de los cinco hermanos escultores. Los cuatro santos coronados como patronos de la masonería, son mencionados ampliamente ya alrededor del año 1390 en el manuscrito Regius.

El Grial

El Grial, o Santo Grial en nuestro caso, tiene significados múltiples que sin duda se complementan. El significado directo o alegórico, recuerda la copa en que Jesús de Nazaret sirvió el vino en la última cena, inaugurando así la liturgia de la Eucaristía para la tradición cristiana. Posteriormente, la misma copa serviría para recoger la sangre que manaba del costado de Cristo crucificado.

Como símbolo sintético, la copa se suele representar como un triángulo equilátero con uno de sus vértices hacia abajo, símbolo idéntico al del corazón. No es casualidad, ambos recogen la sangre y la reparten para dar vida. Cristo entrega su cuerpo y da vida con él a través de su sangre materializada en el vino. De igual modo, su sacrificio en la cruz y la sangre que entonces recoge José de Arimatea, da vida a todos los fieles a través de la Resurrección, acontecimiento fundamental para la tradición cristiana. A partir del nuevo pacto que inaugura Cristo con la Eucaristía, en su sentido material y simbólico, es que cobra sentido el lema de la Justa y Perfecta Logia; In nobis regnant ille, hacer que Cristo reine en cada uno de nosotros.

De este modo, el carácter divino de la sangre de Cristo hace divino también al ser humano, ser caído en busca de su regeneración. Ese camino hacia la reintegración se halla materializado en la leyenda del Santo Grial, donde Perceval (o Pársifal según la tradición germana) busca la copa sagrada que lo llevará al Conocimiento o gnosis. La pérdida originaria y consecuente búsqueda del Grial, hacen referencia a la caída y retorno a lo divino. El camino, como el viaje a Ítaca, es la propia iniciación, en este caso iniciación masónica. Ese camino conduce al simbólico centro del mundo que es el corazón, a través de la virtud y de la caridad en el sentido amplio que les otorga su etimología. Es desde ese centro del mundo que representa el Sagrado corazón de Cristo donde el masón y el cristiano encuentran la senda que los llevará a la reintegración. Allí, en ese centro del mundo que es la proporción humana, es donde la luz del Conocimiento que surge del corazón ilumina nuestro propio templo, el del hombre como imagen del templo divino, como reflejo de la Jerusalén Celeste. Entendido así, el Santo Grial es el origen y destino de la iniciación masónica.

Recordemos igualmente que es desde el corazón, simbolizado aquí en el Santo Grial, de donde surge la luz divina que ilumina al mundo, le otorga existencia al mismo y permite acceder al Conocimiento sagrado. Es por ello que en el caso del sello de la Justa y Perfecta Logia surge la luz del interior de la copa. Es la luz que ilumina las tinieblas, tal como dice el prólogo del Evangelio de san Juan, luz que las tinieblas no comprenden. Et lux in tenebris lucet, et tenebrae eam non conprehenderunt.

El lema

In nobis regnant ille”; él (o aquél) reina en (o dentro de) nosotros. El lema de la Justa y Perfecta Logia recuerda que Cristo reina en nosotros, por lo que sólo debemos reencontrar lo que de él hay en nosotros. A través del amor que proviene de la caridad divina, el hombre es también ser divino justamente porque Él —Dios encarnado en el Hijo—, permanece en cada uno de los seres humanos que así lo reconocen. De este modo, el camino de la masonería rectificada es un camino de reintegración hacia lo divino, camino que es preciso recorrer desde adentro del corazón. La iniciación masónica rectificada es la búsqueda de Él en nosotros mismos.